Para 2018, Oslo empezara a ampliar el espacio destinado al peatón, reduciendo las calzadas y peatonalizando la totalidad de algunas calles (excepto para residentes).
Fuente: Magnet
La lucha contra el automóvil es tan esencial a las ciudades del siglo XXI como su aceptación y promoción a las del siglo XX. Y en su crucial batalla por el futuro de los grandes centros urbanos, los municipios de todo el mundo están implementando medidas, a cual más imaginativa: tranvías, ciclovías, remolcadores de autos, prohibiciones temporales o permanentes a la circulación de vehículos privados, limitaciones de emisiones, etcétera.
Y de repente llega Oslo y tuvo la idea más simple y brillante para reducir el tránsito de coches en el interior de sus calles: borrar de un plumazo las plazas de estacionamientos.
Los gobernantes de la capital noruega hablaran prestado atención a los datos. En las almendras centrales de las ciudades el volumen de auto buscando estacionamiento en un momento dado puede ascender al 30%, una circunstancia que puede llevar a algunos conductores a circular veinte minutos más de lo requerido. Solo en Reino Unido la media de conductores destina cuatro días enteros durante todo un año a aparcar. Cuatro días dando vueltas.
Aunque las cifras no siempre son exactas (varían en función de la ciudadanía y, lo más importante, varían mucho en función de si buscamos plaza en los barrios más centrales o en los periféricos), los datos concuerdan con la intuición. En ciudades con cascos antiguos medievales o plegados sobre si mismos la circulación tiene dos finalidades: o llegar al destino (trabajo, hogar) o buscar estacionamiento, dado que su quebrado diseñado urbano los anula como vectores de circulación.
Se daba la circunstancia así que en Oslo gran parte de los autos acudían al centro solo buscando estacionamientos, un dislate en términos de movilidad urbana. Solución del Municipio de Oslo .Tomar algunas de las calles más transitadas y decir adías a los estacionamientos.
La decisión era tan simple que ni siquiera entraba en los planes iniciales del gobierno local. Hace dos años, Oslo anuncia? que pretende cerrar al tráfico su casco antiguo,1,7 kilómetros cuadrados repletos de tiendas, oficinas, centros de ocio y departamentos. Tendrá sentido: los habitantes del pequeño barrio solo posean un auto en un 12% de los casos, y llegaban al trabajo diariamente utilizando autobuses, metros, bicicletas o sus dos piernas.
Quienes viven fuera del centro. Para los comerciantes la circunstancia era un problema porque podrá prevenir, según su juicio, a muchos locales asentados en la periferia de acercarse al centro a comprar o a pasar el día con la familia. El rechazo al plan inicial del Municipio de Oslo provoca que la ciudad tuviera que pensarse dos veces de qué modo iba a implementar un proyecto que, de igual modo, le era vital: se calcula que para 2040 abra aumentado su población en un 30%.
Y de perpetuarse el modelo actual de movilidad, más gente es igual a más emisiones y peor salud para todos.
De modo que las autoridades han presentado un plan alternativo que ya se ha implementado en algunas de sus fases. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña ira a Mahoma: en vez de retirar a los autos del centro, va a eliminar el principal incentivo para acercarse al casco antiguo en auto, el estacionamiento. La misma Área verá? cómo progresivamente todas las zonas de estacionamiento libre al aire libre serán retiradas en favor de ciclo vías y veredas.
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