Fuente: Revista ConstrucciA?n Minera

Columna de opiniA?n Alexandre Gomes, Presidente CTES Chile

Luego de varios años de expansiA?n econA?mica, Chile atraviesa actualmente un periodo de desaceleraciA?n econA?mica, al cual se suman además algunas incertidumbres de carA?cter polA�tico e institucional. De acuerdo con los economistas, los años 2014 y 2015 a��y aparentemente el 2016- estarA?n entre los peores años de crecimiento econA?mico de Chile desde 1990 (sin contar los periodos afectados por las crisis internacionales) y no se vislumbra un repunte relevante en el corto plazo. La industria minera, por ejemplo, que es un sector de mayor importancia en la dinA?mica econA?mica del país, sufre con los bajos precios del cobre y los altos costos de producciA?n. Dicha situaciA?n ha afectado transversalmente a todos los sectores productivos del país y es notable la gradual reducciA?n en los montos de inversiA?n pronosticados para los próximos años, tanto en el A?mbito privado como público, lo que afectarA? fuertemente la industria local de la construcción.

Ante este desfavorable escenario econA?mico, es natural que los actores públicos y privados tengan que establecer polA�ticas más austeras y buscar aumentos en la productividad a travA�s de una mayor eficiencia en el funcionamiento de sus estructuras y organizaciones. Dichas aspiraciones, que ya eran requeridas y anheladas en los tiempos favorables, en el periodo de crisis que ahora se enfrenta, se hacen aA?n más relevantes y urgentes.
Dentro de este contexto, la denominada a�?IngenierA�a de Valora�? asoma nuevamente como un importante concepto a tener en cuenta. De hecho, la IngenierA�a de Valor tuvo sus orA�genes en la compaA�A�a General Electric, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se vivA�a en un contexto lleno de escasez de mano de obra calificada, materias primas y componentes. Su definiciA?n es la siguiente:

a�?La IngenierA�a de Valor corresponde fundamentalmente a un mA�todo en el que se analizan y aplican modificaciones a un bien o servicio en el cual se busca maximizar los recursos y disminuir los costos asociados, manteniendo su funcionalidad, calidad, seguridad y confiabilidad inicial o más bien mejorA?ndolasa�?.

En esencia, se podrA�a considerar que los tiempos econA?micos difA�ciles requieren más que nunca de una adecuada aplicaciA?n de los conceptos de la IngenierA�a de Valor, la que puede ser orientada a productos, procesos, procedimientos o servicios de todos los tipos de actividades econA?micas, incluyendo la salud, las polA�ticas de gobierno, la industria, asA� como a los sectores de tecnología y servicios de ingenierA�a y construcción.

Pues bien, en tA�rminos prA?cticos, y como consecuencia de la crisis y la reducida capacidad econA?mica de los inversionistas públicos y privados, es usual que estos posterguen, modifiquen y ajusten sus planes estratA�gicos de inversiA?n, busquen productos y servicios más econA?micos e implementen una reducciA?n directa de gastos, lo que frecuentemente se traduce en disminuciA?n de personal y/o reducciA?n de equipos, del nivel de operación y de capacidades instaladas.

Se dice que los problemas y los tiempos difA�ciles son oportunidades para dar lo mejor que tenemos. Por otro lado, tambiA�n se considera que en los tiempos difA�ciles, nuestras falencias, errores y vicios de mentalidad quedan más patentes y al descubierto. AsA�, la reflexiA?n que me gustarA�a hacer en la presente columna se enfoca justamente en uno de los riesgos y tentaciones que involucra la bA?squeda por la reducciA?n de los costos inmediatos en menoscabo de las mejoras en la productividad. Es cierto que es mucho más fA?cil reducir costos directos que mejorar la productividad, esto es innegable. Sin embargo, este recurso debe ser manejado en forma prudente, ya que sin una criteriosa evaluaciA?n sistA�mica e integral de todo el ciclo de vida del producto, proceso o servicio, la economA�a inmediata puede, y normalmente resulta en enormes pA�rdidas, no solo de orden econA?mico para el proyecto en particular, pero tambiA�n para toda la cadena de valor de la industria en las cuales dichos procesos se insertan.

Efectivamente, uno de los pilares de la IngenierA�a de Valor consiste justamente en la identificaciA?n de un ambiente más amplio de costos, que va más allA? del costo inmediato y de criterios puramente econA?micos, los cuales tienen en cuenta el ciclo de vida integral del producto o servicio, además de toda la cadena de valor industrial, comercial y de servicios que se forma a lo largo del tempo, necesaria para la sustentabilidad de las empresas y los proyectos en el largo plazo.

En el caso de un producto para la construcción, esto significa tener en cuenta la calidad, durabilidad y adecuaciA?n de A�ste para cumplir con los objetivos que se persiguen, más allA? de aceptar soluciones a�?parchesa�? que busquen solamente el ahorro directo inicial del costo asociado. Este tipo de decisiA?n, solo hace transportar el costo total del producto -generalmente magnificado- para el futuro, cuando surgirA?n problemas de funcionalidad, de durabilidad u otros.

En el caso de los servicios de ingenierA�a y de construcción, esto significa tener en cuenta, más allA? de los papeles y de la formalidad, la idoneidad, experiencia y capacidad econA?mica y técnica real de las empresas en el desarrollo de los servicios contratados, el compromiso de la empresas con el mercado local, la consideraciA?n de prA?cticas de remuneraciA?n justas y trasparentes y plazos de desarrollo de los servicios y alcances que sean compatibles con la naturaleza del proyecto. La no consideraciA?n de estas condiciones y la selecciA?n de proveedores, consultores y contratistas privilegiando un eventual menor costo inmediato, solo hace que, en definitiva, resulten proyectos de IngenierA�a y calidad deficientes, muchas veces con graves falencias de constructibilidad, asA� como contractos de construcción desequilibrados, donde se suman retrasos, ejecuciA?n deficiente de las obras, accidentes, ampliaciones de los contratos vA�a a�?claima�? y judicializaciA?n de los proyectos. Todo esto resulta finalmente en costos muchas veces superiores a los ahorros inicialmente obtenidos y que se lograrA�an en buena medida mediante la aplicaciA?n de buenas prA?cticas de gestiA?n de la IngenierA�a y construcción.

Otro ejemplo que se puede citar, es la falta de inversiA?n en capacitaciA?n y/o calidad de supervisiA?n de operadores, de modo de permitir el adecuado aprovechamiento de las modernas tecnologías disponibles, las cuales pueden significar aumentos importantes en la productividad y calidad de trabajo en el mediano y largo plazo.
CTES-Chile cree que una industria justa, transparente, en la que prime la calidad, con actores fuertes y comprometidos con el mercado local, es de mayor importancia para el desarrollo sustentable del país, generando sA?lidas bases para el logro de mejores A�ndices de productividad y el continuo crecimiento de nuestra industria. De este modo, es importante que todos los agentes econA?micos sean tratados como parte de un sistema interconectado, armA?nico y coordinado, que provea una plataforma sustentable de desarrollo para todos a lo largo del tiempo.
En resumen, llamamos a los Mandantes y otros actores de la industria a no encandilarse con eventuales a�?ofertasa�? en la ingenierA�a y la construcción, que puedan a la larga significar ahorros mal entendidos y estar atentos a que en estos perA�odos difA�ciles, polA�ticas de poca valoraciA?n del aporte de la ingenierA�a puede llevar a una espiral de caA�da de la calidad y eficiencia de la ingenierA�a nacional que no será fA?cil de revertir.